miércoles, 5 de enero de 2011

Los fumadores expulsados del templo



Hemos empezado el año y los fumadores han sido expulsados de sus templos de ocio, el tabaco en primer lugar está asociado a su dependencia y en segundo lugar a la fiesta y los amigos, los bares por tanto, eran su último recinto de culto, un recinto justo y necesario para ellos, ya que tomarse un café por la mañana sin asociarlo a un cigarrillo es un proceso que no está programado en sus hábitos, de la misma forma que no lo está salir una noche de marcha y no poder fumar en su garito de costumbre.


Cuando era pequeño se fumaba alrededor mío sin ningún problema, jamás mis padres, que no son fumadores, entendieron que eso era un problema para mi hermano ni para mi, y por ende a ellos mismos. Cuando visitábamos a algún familiar se fumaba, cuando íbamos al pueblo se fumaba, cuando entrábamos en Casa Rodri o en el bar Paco a tomar unos berberechos con mosto se fumaba en todo el bar, cuando estudié en Salesianos quiero recordar que los profesores no fumaban en clase y que sólo lo hacían en el patio, pero en el quiosco que había justo al lado de la entrada principal de recepción nos vendían a los niños de 10 a 14 años los cigarrillos sueltos junto con un flash de cola o una bolsa de pipas. En la primera comunión mis primos de Leache me ofrecieron como regalo gracioso mi primer cigarro Ducados (y último), y era toda una gracia (yo no soy el de la foto). Cuando ibas al médico el médico te recetaba mientras consumía hasta el final la colilla de su cigarro.


En el Instituto era mucho más fácil, te dejaban fumar en los propios pasillos de clase entre profesor y profesor, a nadie le parecía preocupar que no tuvieras todavía ni 18 años, por supuesto, los bares o los futbolines eran auténticos fumaderos de nicotina. Cuando fui a la Universidad todavía fue peor, se podía fumar en la propia aula, en el recinto del saber y del conocimiento, se permitía que tus dos compañeros de al lado te llenasen de humo mientras escuchabas la lección magistral del profesor que interrumpía cada 30 segundos para dar una nueva calada a su cigarrillo. Cuando salías de marcha los bares se encontraban en una neblina permanente y volvías a casa con un olor en la ropa de haber fumado durante 30 días seguidos. Cuando hice la mili se podía fumar en cualquier sitio y a cualquier hora. Cuando ibas a cualquier institución pública parecían auténticos fumaderos de opio, se podía fumar en los supermercados, en las librerías, en las bibliotecas y hasta en los hospitales, se podía fumar en cualquier sitio. Cuando entré a trabajar se podía fumar independientemente del tamaño del despacho, pero se solicitaba una campana extractora para evitar lo nocivo del spray de montaje. Era lo más normal del mundo que alguien te parara por la calle y te pidiera un cigarro, nueve de cada diez encuestados te darían uno.


Ahora trabajo en un sitio donde no se permite fumar en el lugar de trabajo desde hace varios años, cuando voy al médico no me recibe con un cigarro en la boca, ni al hacer papeleos al Ayuntamiento me tengo que comer el humo del de delante de la cola, ahora, al hacer la compra nadie fuma junto al mostrador de pescados, ahora nadie fuma en los hospitales, y hasta en las casas se prohibe fumar a las visitas y desde el otro día las tortillas de patata de los mostradores de los bares, parecen haber recuperado su olor y sabor natural. Ahora a nadie se le ocurre pararte por la calle y pedirte un cigarro, sería mirado como un apestado.


Yo no soy fumador y entiendo que la nueva ley que impide fumar en cualquier recinto público y principalmente en bares y restaurante me defiende a mi, por ello estoy contento y creo que se tenía que haber hecho mucho antes, ahora bien, detrás del hecho hay una gran hipocresía. El Estado y las organizaciones de salud reconocen que el tabaco es malo (ahora, en toda mi infancia y adolescencia parecía ser un valor a seguir), para ello se cuidaron de poner en las cajetillas, en un principio, que el tabaco es perjudicial para la salud, para acabar diciendo que el tabaco mata, y todo por que el propio Estado es el que tiene unos establecimientos regulados donde vende ese producto que mata y del que recauda aproximadamente dos tercios de su valor. Pero el Estado también reconoce, y más ahora, que los no fumadores o fumadores pasivos, también sufrimos los efectos del tabaco, y que yo sepa no me he encontrado nunca un cartelito en ningún bar que me dijera que entrar en ese bar era perjudicial para mi salud o que ese bar mata, ¿los fumadores pasivos no nos tendríamos que revelar contra el Estado por haber permito que nos sometieran a ese problema a sabiendas, no avisándolos y además ser los propios vendedores del problema?


Nuevamente a nuestra generación le toca reinventarse, de los valores que nos enseñaron que estaban bien, ahora resulta que están fatal, desde luego es lo mejor que pueden hacer por nuestros hijos (para el que los tenga) pero hay que reconocer que es injusto haber estado alimentando el hábito de los fumadores y ahora decirles que todo eso estaba mal, es como decirles que media vida se han pasado haciendo daño a los demás, sin saberlo o sabiéndolo, pero haciendo daño. Hay que reconocer que el primero que se hace daño con el tabaco es el propio fumador y su dependencia le obliga a ser cruel con los que tiene al lado, que en su momento de placer poco le importan. El tabaco es una droga y la política que se sigue para erradicarla no es ir contra los pequeños consumidores, que se consideran víctimas, es ir contra los grandes narcotraficantes y los camellos que son los que se lucran con su venta, pero en el tabaco se hace todo lo contrario, aunque es una droga también, se va contra el consumidor, en lugar de ir contra los grandes narcotraficantes, que en este caso, curiosamente, son el propio Estado. Si quieren decir que la ley es para defender a los que somos fumadores pasivos, ok, pero por favor, no me quieran teñir la ley como antitabaco, que esa ley tendría que ir dirigida para los mismo que han propuesto esta ley, nuestros dirigentes.


Por supuesto que estoy de acuerdo con la ley, pero también tomaría otras medidas para los que ponen en circulación esa droga que es el tabaco. También es verdad, que como no fumador no me parecían malas medidas los locales que tenían zona de fumadores y de no fumadores, y entiendo que los bares o restaurantes tendrían que ser así o no permitir fumar, por ayudar al más débil, que es el fumador pasivo, que no tiene ni parte, ni culpa. Por desgracia vivimos en una sociedad en la que nos han hecho más individuos que nunca y estas cosas, sólo las pueden derrocar los colectivos, pero unirnos para protestar es algo harto difícil de conseguir en estos tiempos en los que estamos más cercanos con alguien de Alabama que nuestro vecino de enfrente de casa. Los Estados se han visto obligados también en cierta manera a acercarse a la sociedad y los grandes narcotraficantes que son las tabacaleras empiezan la ruleta de nuevo en el tercer mundo ¿que harán cuando hallan viciado ya a todo el mundo?


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